dijous, 31 de juliol del 2008

La sombra sostenible de Peter Pan

He perdido mi sombra, no la encuentro por ninguna parte. Aunque, no es menos cierto que el día está quejumbroso, con la tristeza propia del penitente de una Semana Santa con más lágrimas que gotas de lluvia, a pesar de las previsiones metereológicas.

Sí, he perdido mi sombra y me está entrando el síndrome de Peter Pan, sin país de Nunca Jamás a mano ni consuelo de eterna juventud ni la mágica alegría de Campanilla. He buscado mi sombra por calles y plazas, no he dejado ningún rincón al azar, pero no la he encontrado. ¡De pronto!, me he dado cuenta, nadie era ajeno a este fenómeno, todo el mundo andaba sin sombra y ya se sabe “mal de muchos...”

Una imperceptible lluvia o niebla alta o, quizá, la condensación de la humedad del mar ha creado el espejismo de aceras mojadas. En mi imaginación, he aspirado este olor a tierra mojada, haciendo una traslación de espacio-tiempo para transportarme a lugares y entornos verdes, ricos en agua y ricos en sombras. En ellos, no importa perder la sombra, porque no se pierde, se hermana, se fusiona con la sombra de árboles y montañas. Por esta razón, aquí, la sombra es importante, para recordar todas las sombras, las que protegen y acarician la tierra reseca y sedienta. Sí, es poco, pero con sombra y lluvia, todo es algo más.

Se nos puede marchar el “Nunca” (nunca volverá a ser como antes) y se nos puede quedar el “Jamás” de la incomprensión, para poder recuperar nuestra sombra. La sombra del desarrollo sostenible.

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